Desde
1.700 d.c.: Son los datos más antiguos
que, aproximadamente, conocemos sobre la hemofilia.
Los rabinos de la época se dieron cuenta de que
algunos niños varones, cuando se les practicaba
la circuncisión sangraban de forma exagerada.
No sabían que era la hemofilia, pero se dieron
cuenta que estos problemas del sangrado sólo
ocurrían en ciertas familias.
Aún cuando la circuncisión era una tradición
religiosa, los rabinos hicieron nuevos reglamentos para
ayudar a estos niños que sangraban. El rabino
Judah declaró que un niño que tuviese
hermanos mayores con problemas de sangrado no tenía
que ser circunciso y el rabino Simón Ben Gamaliel
impidió que un niño fuese circunciso porque
los hijos de las tres hermanas de la madre se habían
desangrado hasta morir.
Escritos posteriores al 1.700 d.c. fueron dando testimonio
de apariciones de casos de hemofilia en el mundo, hay
una referencia del siglo XI donde un médico árabe
de Córdoba, España, llamado Albucasín,
llamó hemofilia a dicha enfermedad.
En el siglo XII:
Otro rabino llamado Maimónides descubrió
que si los niños tenían hemofilia eran
las madres las que transmitían la misma.
Entonces hizo una ley nueva: Si una madre tenía
hijos con este problema de sangrado, y si ella se volvía
a casar, ninguno de sus nuevos descendientes varones
deberían ser circuncisos.
En 1525: La primera
referencia en Centroeuropa, se da en Italia, por Alejandro
Benedicto.
En 1800: Un médico
americano llamado John C. Otto hizo su primer estudio
sobre familias hemofílicas.
En 1803: John C.
Otto descubrió la genética de la hemofilia
"A". Encontró que madres sin problema
de sangrado, podían transmitir hemofilia a sus
hijos, y sus hijas podían transmitir a sus nietos
y biznietos. Trazó la historia de la familia
hasta una mujer llamada Smith.
En 1928: el Dr.
Hopff describe la enfermedad por primera vez con la
palabra Hemofilia, y nos dice:
¿Qué es
la hemofilia? Es una alteración de la
coagulación de la sangre causada por un defecto
genético, lo que provoca ausencia o disminución
de alguno de los factores de la coagulación.
En 1840: En Londres,
se realizó lo que se conoce como primer ensallo
en el tratamiento de la hemofilia, para tratar de controlar
el sangrado, donde un médico decidió que
algo faltaba en la sangre de un hemofílico.
Para ver si esto era cierto hizo el ensallo con un joven
hemofílico y le administró una transfusión
con sangre proveniente de una persona supuestamente
sana. El resultado fue que el sangrado se detuvo.
El descubrimiento de que una transfusión de sangre
podía detener el sangrado en una persona con
hemofilia fue muy importante, pero incluso con este
resultado no se llegó a establecer un tratamiento
para la hemofilia.
En 1911: Los doctores
Bullock y Filder, efectúan la mejor descripción
de la hemofilia.
En 1944: El Dr.
Alfredo Pavlovsky, logró la diferenciación
de los dos tipos de hemofilia A y B.
En 1959: La Dra.
Pool descubre el crioprecipitado.
En 1964: Comenzó
a generalizarse el uso del crioprecipitado. Se trata
de una fracción plasmática rica en F.VIII
coagulante y asimismo en F.VIII Von Willebrand y otras
proteinas plasmáticas como el fibrinógeno,
la fibronectina y el F.IX.
Con el tratamiento con crioprecipitados se puede llegar
a niveles de F.VIII suficientes para una buena coagulación.
En la década de
1970: Se obtienen los primeros concentrados de
los factores VIII y IX que supuso un importante avance,
ya que posibilitó intervenciones quirúrgicas,
autotratamiento y tratamiento en profilaxis.
La aparición de los concentrados de los diferentes
factores de la coagulación, casi simultánea
a la de los crioprecipitados, representó un gran
avance en el tratamiento de la hemofilia.
En esta época aún eran portadores de varias
proteinas, además del F.VIII, pero mucho más
purificados que los crioprecipitados.
El mayor inconveniente de estos primeros concentrados
de baja pureza era el alto riesgo de transmitir infecciones
al provenir, el plasma, de mezclas de múltiples
donantes.
La década de 1980:
Se caracterizó por la aparición de las
complicaciones de los hemoderivados contaminados por
agentes infecciosos.
La aplicación de procedimientos de inactivación
vírica (inicialmente en forma de calentamiento)
y la mejora de la purificación dió lugar
a una nueva generación de concentrados de pureza
intermedia, que han demostrado ser de una gran seguridad
al erradicar prácticamente del todo las infecciones
como consecuencia de la administración de los
concentrados del fator VIII y IX.
La aplicación de sistemas adicionales y más
modernos de purificación, tales como la cromatografía
de inmunoafinidad por anticuerpos monoclonales y la
cromatografía de intercambio iónico, han
proporcionado los concemtrados llamados de alta pureza,
al tratarse de concentrados que prácticamente
no contienen más que F.VIII y albúmina
como estabilizante.
Los obtenidos mediante la inmunoafinidad se les conoce
como concentrados monoclonales o ultrapuros, dado su
alto grado de pureza.
Con la finalidad de proporcionar una mayor seguridad,
los centros fraccionadores añaden al proceso
de fabricación de estos concentrados de alta
pureza uno de los procedimientos de inactivación
vírica de los que han demostrado una gran eficacia.
En unos casos se aplica la pasteurización y en
otros se aplica una mezcla de solventes y detergentes.
Tanto un método como otro han demostrado una
alta eficacia en la destrucción de los virus
por transfusión conocidos.
Aún se están buscando nuevos métodos
de purificación y de inactivación que
sean más activos y que destruyan toda posibilidad
de contaminación, tanto de los virus conocidos
como de nuevos virus que pudieran ser transmitidos por
los concentrados.
La combinación de la alta purificación,
con la eficacia de la inactivación hace que los
concentrados de alta pureza constituyan unos productos
de mayor seguridad vírica y con menos influencia
sobre el sistema inmunitario.
Recientemente, la aplicación de la tecnología
recombinante ha permitido la obtención de concentrados
de F.VIII de origen no humano con la idea de evitar
de manera definitiva el riesgo de infecciones por transfusion
y de conseguir F.VIII y IX de manera ilimitada y a bajo
precio.
I ncluso con los resultados obtenidos, no se ha llegado
a establecer un tratamiento para la hemofilia en todos
los paises.
Es nuestro deseo que la sociedad científica obtenga
este paso lo antes posible, ya sea mediante concentrados
o terapia génica.
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