Los avances producidos hasta ahora
en terapia génica y las perspectivas de su futuro,
dadas las enormes expectativas puestas en este procedimiento,
constituyeron sin duda un foco de atención privilegiado
en el XXI Congreso de la Federación Mundial de
Hemofilia (México, 24-29 de abril de 1994). En
el transcurso de las sesiones, la opinión de todos
los participantes coincidió en otorgar a las investigaciones
en que se venden desarrollando en este campo una trascendental
importancia, plenamente justificada si se considera que,
como se fue analizando en las diferentes intervenciones,
probablemente en un futuro próximo, la terapia
génica posibilitará el objetivo de todos
los que, de una manera u otra, tengan relación
con la hemofilia: la curación total y definitiva
de la enfermedad. Como se pudo constatar en el Congreso,
a pesar de la inmensa tarea realizada hasta el momento,
todavía no se ha llegado a la fase de experimentación
clínica de la terapia génica en seres
humanos, y no se puede precisar cuando se llegará
en este punto, pero los progresos de las investigaciones
en este sentido resultaron verdaderamente sorprendentes.
Representantes de algunos de los principales centros
dedicados en la actualidad en el estudio de la terapia
génica de la hemofilia expusieron las líneas
de investigación seguidas y la situación
actual de los trabajos experimentales; comentaron las
dificultades a las cuales han tenido que hacer frente,
las fórmulas ideadas para tratar de superarlas
y, finalmente, las perspectivas de futuro.
El fundamento básico de la terapia génica
de la hemofilia, desde de un punto de vista teórico,
muy simple: el procedimiento consiste al introducir
el gen responsable de la producción del factor
deficitario en el organismo de la persona afectada,
con el fin de que pueda elaborar esta sustancia con
niveles equiparables a los que se llegan a elaborar
en una persona no hemofílica. Se trata, por lo
tanto, de combatir la causa primordial de la enfermedad,
el defecto genético, y con eso se conseguiría
la curación. Este planteamiento teórico,
que hasta hace sólo pocos años era simplemente
un sueño o un mero deseo, según los expertos
ha empezado en traducirse en resultados prácticos,
aunque queda mucho camino a recurrir.
El planteamiento de la terapia génica se basa
en unos puntos fundamentales, cada un de ellos requiere
una atención específica, porque los avances
y conclusiones son dispares.
En primer término, un requisito elemental es
conocer los genes responsables de la producción
del factor VIII y el factor IX en el organismo. Como
ya se sabe, este primer paso hoy día ya está
plenamente superado, ya que en la actualidad los genes
ya son bastantes conocidos.
A continuación, es necesario contar con una
fórmula para la cual el determinado gen penetre
en las células de la persona afectada y se incorpore
en el suyo genoma, a la propia dotación cromosómica,
para qué así empiece a elaborar el factor
hasta ahora deficitario. A fin de que la curación
sea definitiva, el gen tiene que pasar a formar parte
de las células diana, las cuales tienen que mantener
una actividad parecida a las de las células de
las personas no hemofílicas encargadas de producir
el factor. El objetivo, pues, es conseguir que exista
una suficiente cantidad de células productoras
de factor y que esta sustancia pase a la circulación
sanguínea con unas características de
concentración y tiempo de vida activa semejantes
a las habituales en una persona sin la enfermedad.
Para que todo eso sea posible, un punto muy importante
es el que corresponde a la obtención del oportuno
vehículo vector, es decir, el elemento encargado
de introducir el gen en las células diana. Se
han investigado diferentes posibilidades, como la utilización
de virus recombinante, complejos proteicos de ADN, etc.;
entre las principales opciones, buena parte de los trabajos
se han decantado por la utilización de retrovirus.
En cualquier caso, los pasos requeridos para conseguir
un vector idóneo son complejos.
En primer lugar, es necesario producir una modificación
del genoma viral, de manera tal que incorpore el gen
productor de factor. Además, se hace necesario
introducir otras modificaciones a la estructura viral,
por ejemplo en el sentido que pierda las partículas
indispensables para su replicación en el interior
de las células. Con eso se pretende, simplificadamente,
que el microorganismo modificado penetre en una Célula
diana, ofrezca el gen para que se incorpore a su dotación
cromosómica y, posteriormente, finalice su ciclo
vital para el cual no altere la actividad celular.
La siguiente cuestión que hay que decidir es
la fórmula idónea para tratar a las células
de la persona afectada, por eso también hay diferentes
opciones.
Una posibilidad es intentar introducir el gen a las
células diana "ex vivo". En este caso,
se trata de obtener una porción de tejido de
la persona afectada - por ejemplo, mediante la extracción
química de una porción de hígado-,
|para después aislar y cultivar a las células,
con el fin de tratarlas con el vector y conseguir que
incorporen el gen productor del factor deficitario.
Una vez conseguido eso, sólo faltaría
reintroducir las células ya tratadas al organismo,
a fin de que empezaran a elaborar el factor. Así,
en definitiva, se procedería a un auto trasplante,
sin ninguna posibilidad de rechazo, porque las células
son reconocidas por el organismo como propias.
No obstante, como puede deducirse fácilmente,
este tipo de procedimiento es muy complejo; requeriría
no sólo intervenciones quirúrgicas de
mayor o menor envergadura, sino también el aislamiento
de las células, su cultivo en miles y miles de
placas y, posteriormente, su reintroducción al
paciente. En opinión de los expertos, esta estrategia
es demasiado complicada y, además, la solución
por esta vía aparentemente sería, como
mínimo, muy limitada como para a poder ser aplicada
a gran escala.
La otra opción, por la que se inclinarían
las principales líneas de investigación,
consiste en la incorporación del gen en las células
diana "in vivo". En este caso, se trata de
introducir el vector -un virus recombinante tratado
adecuadamente- directamente en el interior del organismo,
de manera tal que acceda hasta las células adecuadas,
penetre en su interior y ceda el gen responsable de
la producción del factor deficitario. Para el
paciente, este procedimiento resultaría muy cómodo,
ya que ni siquiera se requiere anestesia, y la incorporación
del gen en su organismo conseguiría la curación
de la enfermedad.
Sin duda, esta última opción es la más
interesante y, como se pudo saber en el Congreso, ya
ha estado ensayándose muchos modelos en animales.
Los resultados obtenidos, todavía insuficientes,
se revelan muy prometedores.
A las diferentes intervenciones, los investigadores
fueron detallando los diseños de las principales
líneas de investigación y comentando la
situación actual de las mismas. Los expertos
no pudieron estipular plazos concretos para conseguir
la curación de la hemofilia mediante la terapia
somática génica, pero según su
entender, las perspectivas son muy favorables, acabando
en que en un futuro muy próximo, quizás
entre tres y cuatro años, empiece a hablarse
de resultados definitivos. Como síntesis, todos
los participantes del Congreso coincidieron en que la
curación de la hemofilia, mediante la aplicación
rutinaria de la terapia génica, parece encontrarse
en un horizonte muy próximo.
Informe de Bayer
Resposable del Àrea d'informació mèdica:
Dr. Miquel Rutllant Bañeres, nomenat pel Patronat de la FPCH, número de col·legiat 4679, especialitat hematologia i hemoteràpia.
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