Index:
1.- Diagnóstico
(Dr. Lluis Puig)
2.- Diagnóstico
molecular
3.- Las
mutaciones encontradas
4.- Tipos
de hemofilia
5.- Diagnótico
de portadoras (Dr. Eduardo Tizano)
6.- ¿Puede
existir una mujer afectada por esos trastornos?
7.- Estudio
en ADN
8.- La
solución del dilema
Diagnóstico:
Dr. Lluis Puig
Coordinador de l'Unitat d'Hemofilia
Barcelona
Se puede pensar o sospechar en el diagnóstico
de hemofilia ante enfermos con hemorragias espontáneas
o secundarias a traumatismos, especialmente si aparecen
en las primeras etapas de la vida o en el momento del
nacimiento.
La evaluación detallada de los antecedentes hemorrágicos
del enfermo y de su familia será una ayuda importante
para orientar el correcto diagnóstico de hemofilia.
A continuación es indispensable la participación
del laboratorio. En los enfermos con coagulopatías
congénitas se evidencian alteraciones en las
pruebas que miden globalmente la coagulación.
Concretamente en el caso de la hemofilia A y B se encuentra
alargada la cefalina.
La confirmación del tipo de hemofilia se obtiene
cuando se detecta una ausencia o una disminución
significativa del factor VIII (hemofilia A) o del factor
IX (hemofilia B).
2.- Diagnóstico
molecular de la hemofilia
La hemofilia se manifiesta cuando en los genes de los
factores VIII o IX se producen mutaciones, es decir,
alteraciones en el DNA que dan lugar a la ausencia o
pérdida de funcionalidad de la proteína.
Ya que los genes constituyen el material que se transmite
de padres a hijos, estas mutaciones, y por lo tanto
la enfermedad, también son transmitidas a la
descendencia.
El diagnóstico molecular de una enfermedad genética
como la hemofilia consiste en la identificación
del defecto o mutación en el gen o bien en la
identificación del cromosoma que es portador
del gen defectuoso.
Esto tiene una repercusión directa ya que posibilita
la realización de un adecuado consejo genético
y diagnóstico prenatal a los miembros de la familia
que así lo soliciten.
La identificación del cromosoma portador del
gen mutado se realiza mediante los estudios de ligamiento:
se utilizan marcadores polimórficos cercanos
a los genes responsables que permiten relacionar un
cromosoma determinado de la familia estudiada con la
manifestación de la enfermedad.
Estas técnicas, sin embargo, tienen una serie
de limitaciones que condicionan su uso, como pueden
ser los casos esporádicos, las familias no informativas
para los polimorfismos o la ausencia de al menos un
familiar hemofílico vivo.
Gracias a los recientes avances en la tecnología
de secuenciación del DNA, y para evitar las limitaciones
intrínsecas del análisis de ligamiento,
se han diseñado protocolos simplificados para
poder detectar la presencia de mutaciones en los genes
de los factores VIII y IX.
En el caso de la hemofilia A existe una mutación
que es mucho más frecuente que el resto, es la
llamada inversión del intrón 22. Esta
inversión es responsable del 50% de las hemofilias
A severas.
Por lo tanto, un primer paso en el diagnóstico
molecular de la hemofilia A severa es ver si esta inversión
es la responsable de la enfermedad en la familia.
Las técnicas empleadas para detectar esta mutación
no requieren la secuenciación y por lo tanto
pueden ser realizadas de manera más o menos rápida.
El resto de mutaciones descritas causantes de hemofilia
A y B incluyen mutaciones puntuales, delecciones, inserciones
y están localizadas a lo largo de los genes.
Esto obliga a determinar toda la secuencia o composición
del gen del factor de coagulación correspondiente
en el enfermo y compararla con una secuencia normal
para identificar las mutaciones presentes.
3.- Las
mutaciones encontradas:
C omo ya se ha mencionado, permiten el diagnóstico
prenatal y consejo genético adecuados, pero además,
estas mutaciones son enviadas a bases de datos internacionales
conjuntamente con datos clínicos, de manera que
constituyen una fuente de estudio que permitirá
en el futuro introducir mejoras en las terapias de sustitución
con factores recombinantes así como en los ensayos
de terapia génica.
4.- Tipos
de hemofilia:
Se han descrito los déficits congénitos
de diferentes factores de la coagulación (factor
II, factor V, factor VII, factor X, fibrinógeno),
pero identificamos con el nombre de hemofilia A la deficiencia
de factor VIII, y con el de hemofilia B (llamada también
enfermedad de Christmas) la de factor IX. La hemofilia
A es entre 4 y 5 veces más frecuente que la B.
5.- Diagnóstico
de portadoras:
Dr.
Eduardo Tizano
Genética
Molecular. Hospital de Sant Pau
Barcelona.
Introducción:
El análisis de los árboles familiares
o genealogías en familias con afectados de hemofilia
A o B demostró que estas enfermedades sólo
se manifestaban en los varones relacionados por vía
materna y que, por tanto, se trataba de anomalías
que se transmitían ligadas al sexo.
Resultaban en consecuencia enfermedades hereditarias que
se producían por algún defecto en el cromosoma
X.
Dado que el hombre posee un solo cromosoma X, manifiesta
una enfermedad recesiva ligada a la X al heredar una
sola copia el gen mutado.
La mujer, en cambio, para manifestar la enfermedad,
necesita dos copias defectuosas, cosa muy poco probable.
Por lo tanto, para estos trastornos, hay familias de
varones afectados y mujeres portadoras.
Si una mujer portadora tiene hijos con un hombre no
hemofílico, existe la probabilidad de que la
mitad de los varones serán afectados, ya que
tienen el 50% de posibilidades de recibir el X sano
o el mutado de su madre; a su vez, en la mitad de sus
hijas existe la probabilidad de que sean portadoras
(ya que tienen el 50% de posibilidades de recibir el
X mutado de su madre, pero en todos los casos recibirán
el X sano de su padre) y no expresarán la enfermedad,
pero podrán transmitir el X mutado a sus hijos.
6.- ¿Puede
existir una mujer afectada por esos trastornos?
Esta posibilidad estaría dada por la unión
de una mujer portadora y un varón afectado. Otro
caso sería la manifestación debido a que
la mujer tuviera un solo cromosoma X (trastorno conocido
como síndrome Turner).
Finalmente, como uno de los cromosomas X se inactiva
al azar, es posible que existiera una inactivación
mayoritaria del X sano en algunos tejidos, lo que se
manifiesta como enfermedad, aunque, en general, de menor
gravedad que en los varones.
En las familias con afectados de hemofilia es importante
poder detectar las mujeres con riesgo de ser portadoras
y, en consecuencia, realizar el asesoramiento genético
correspondiente.
En circunstancias ideales, este asesoramiento genético
se debe realizar antes de que cualquier mujer con riesgo
de la familia se plantee tener descendencia.
Es esencial en el inicio del estudio y considera dos
aspectos básicos: los datos clínicos y
de laboratorio que indican la gravedad de las manifestaciones
hemorrágicas en cada paciente y el conocimiento
de que las mujeres de una familia con pacientes hemofílicos
son portadoras de la enfermedad.
El asesoramiento genético no se limita a la
mención de un riesgo de recurrencia. Incluye
todo un proceso por el cual es posible asegurar que
la familia consultante conoce las implicaciones de la
enfermedad, la forma cómo se hereda, la probabilidad
de que vuelva a suceder, los factores de error en los
cálculos de riesgo y las alternativas que existen
para que los consultantes, disponiendo de todos estos
elementos, puedan elegir el camino a seguir.
Esto implica que el asesoramiento genético debe
ser un proceso educativo e informativo, pero de ningún
modo impositivo.
Una vez planteado éste en la familia, las mujeres
con riesgo de tener hijos infectados que lo requieran
concurrirán a los centros especializados a fin
de determinar su estado de portadora o no de la enfermedad.
Pueden distinguirse dos tipos de mujeres portadoras:
las portadoras obligadas son aquellas que son hijas
de hemofílico o han tenido un hijo hemofílico
y existe o ha existido en su familia un paciente afectado.
La probabilidad de ser portadoras es del 100% y el riesgo
para futuros embarazos es de un 50% de tener varones
afectados o mujeres portadoras.
Existen mujeres que han tenido más de un hijo
hemofílico, pero no hay otros miembros afectados
genealógicamente relacionados.
Las hijas de una portadora obligada son un ejemplo
de portadoras probables: cada una de ellas tiene una
probabilidad sobre dos de haber heredado un cromosoma
X anormal, pero su diagnóstico es siempre una
estimación probabilística de su genotipo
basada en el estudio de la genealogía y en estudios
hematológicos.
Otro tipo de portadoras
probables es la madre de un caso esporádico,
dado que una proporción de los mismos corresponde
a nuevas mutaciones.
En esta categoría también se incluyen
a las hermanas, hijas u otras mujeres de ascendencia
materna.
Un caso aislado de hemofilia puede resultar de la transmisión
del gen hemofílico a través de mujeres,
habiendo permanecido sin detectar en la familia; de
una mutación en la madre, ya sea ella una portadora
o una mutación en el hemofílico.
La detección de portadoras mediante determinaciones
analíticas en el laboratorio se basa en el hecho
de que las heterocigotas poseen el 50% de niveles plasmáticos
del factor VIII o IX, debido al fenómeno de Lyon
o inactivación al azar del cromosoma X.
Dado que estos factores de la coagulación presentan
un amplio rango en los valores de normalidad en un buen
número de portadoras, carecen, por tanto, de
la suficiente especificidad y valor diagnóstico
por sí solos.
Unos razonamientos similares pueden aplicarse al diagnóstico
bioquímico de las portadoras de hemofilia B.
7.- Estudio
en ADN:
Estos estudios se basan en el análisis molecular
del material hereditario o ADN. En el caso de la hemofilia
A, el estudio es específico de la zona del cromosoma
X que contiene el gen que codifica para el factor VIII.
Dado que el diagnóstico de los afectados de
hemofilia A se realiza de acuerdo con el nivel de actividad
del factor VIII, desde el punto de vista molecular,
esta enfermedad se estudia con dos objetivos:
P rimero el de diagnóstico, ya sea de portadoras
y prenatal, El segundo de investigación relacionada
con la patología molecular del gen.
Un diagnóstico molecular ideal debe identificar
en forma directa las mutaciones causantes de la enfermedad
y brindar diagnóstico de certeza.
En las hemofilias, estas mutaciones son heterogéneas
en cada afectado y existe la dificultad para determinarlas
en su totalidad. En la práctica puede decirse
que cada familia tiene su propia mutación.
Una de las razones de este hecho radica en el tamaño
del gen del factor VIII, inusualmente grande: 186 kilobases
o 186.000 pares de bases.
El análisis por polimorfismos (que son variantes
normales de la secuencia de ADN que permiten identificar
uno u otro cromosoma con la mutación, aunque
no la mutación en sí misma) constituye
entonces un método alternativo para diagnóstico
de portadoras y diagnóstico prenatal aplicable
a la gran mayoría de casos de hemofilia, ya sean
familiares o esporádicos.
Marcadores del ADN:
Los marcadores del ADN se pueden emplear como sondas
para estudiar el patrón de segregación
anómalo en las familias con afectados de hemofilia
A.
Los mismos se sitúan en el interior del gen del
factor VIII (intragénicos) o cerca de él,
en la región vecina al lugar de ubicación
del gen del Factor VIII en el cromosoma X (extragénicos).
En ambos casos se trata de análisis indirecto
del gen anómalo. Este método, si bien
útil, cuenta con ciertas limitaciones, como falta
de informatividad de los marcadores del ADN utilizados
en algunas familias (es decir la imposibilidad de determinar
cuál es el cromosoma X de riesgo) y la posibilidad
de recombinación entre la mutación y él
o los polimorfismos estudiados, lo que hace que los
resultados sean de tipo probabilístico.
Estas probabilidades oscilan del 95 al 99.9% según
si el polimorfismo informativo es extragénico
o intragénico respectivamente.
Finalmente, existen métodos de estudio que permiten
determinar la mutación en el paciente hemofílico
y, una vez identificada ésta, el estudio puede
extenderse al resto de familiares. Estos métodos,
al ser un gen tan grande, son laboriosos ya que requieren
el análisis de muchas regiones.
En un gen compuesto por
186.000 pares de bases, el cambio o la ausencia
de una sola de ellas es capaz de producir la enfermedad.
Hay otros cambios de una sola base que no se manifiestan
en enfermedad (son cambios polimórficos) y la
interpretación de los mismos debe ser cuidadosamente
establecida.
Los más sofisticados métodos de detección
de mutaciones en laboratorios especializados permitieron
detectar la mayoría de las mutaciones en hemofílicos
leves y moderados, pero sólo la mitad de los
hemofílicos severos.
8.- La
solución del dilema:
El dilema se resolvió recientemente con la descripción
de una inversión del intrón 22 (que es
un sector del gen que no codifica para la proteína
del factor), común a la mitad de los hemofílicos
severos.
Este reordenamiento de material genético se
puede analizar comparando el patrón de bandas
de individuos normales y hemofílicos sin inversión
con el de los hemofílicos que presentan la inversión.
Las bandas representan fragmentos del ADN de distinto
tamaño correspondiente a dicha zona del gen del
factor VIII. Existe un patrón normal y otro que
representa aproximadamente la mitad de los hemofílicos
severos.
Las mujeres portadoras de la inversión tendrán
un patrón de bandas mixto, combinación
del cromosoma X con la inversión y el normal.
En la hemofilia B, aún no se ha hallado una
mutación frecuente como la inversión de
la hemofilia A.
Las mutaciones en este caso son casi todas diferentes
y, aunque el gen es más pequeño que el
del factor VIII, la detección de las mismas continúa
siendo laboriosa. En este caso, los polimorfismos de
ADN son también útiles para el diagnóstico
de portadoras.
Resposable del Àrea d'informació mèdica:
Dr. Miquel Rutllant Bañeres, nomenat pel Patronat de la FPCH, número de col·legiat 4679, especialitat hematologia i hemoteràpia. |